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Fernanda Paredes

Feliz día de la madre

Para este bonito mes de mayo, mes en el que se celebra el día de las madres, que es mi favorito porque es mi cumpleaños, me surgieron diversas reflexiones sobre la maternidad.

Pónganse yo te esperabaaaaaaaa de La Guzmán y siéntense a leer:

Les cuento yo soy una madre joven, fui madre casi adolescente, se me hizo fácil y consideré que ser mamá no me iba a cambiar del todo, spoiler alert: me transformo en la mariposa de barrio que soy ahora, no me arrepiento ni un segundo porque considero que soy mucho más interesante ahora. 

Quiero hablar sobre romantización de la maternidad, asumir que el amor que sentimos por nuestras crías nos debe mantener felices y debemos soportar estoicamente lo compleja que es está experiencia, ignorando la depresión posparto, la violencia obstétrica, el miedo de cuidar un recién nacido, las renuncias laborales, las renuncias personales, entre muchas otras cosas de las que no se habla.

Les cuento que participo en muchas conversaciones sobre madres que aman a sus hijos y son excelentes madres, pero detestan lo injusta que es la maternidad. ¿A qué me refiero con esto? A que socialmente las madres somos más señaladas que los padres en cuanto a cuidado y crianza, por ejemplo: por un lado, si eres una mamá que se queda en casa eres una huevona/mantenida, estás desperdiciando tu vida; por otro lado, si trabajas pues para qué tuviste hijos, irresponsable, pobre del padre o los abuelos que cuidan.

Estos son pensamientos tan arraigados en la sociedad que, aunque nadie te los diga, tú los tienes en la mente (aunque seeeeeeguro habrá quién te lo diga), nos venden que las madres son seres incansables y que se sacrifican todo el tiempo. Recuerden que si una mamá se queja de la chinga que es maternar no es porque odie a sus hijos o hijas, es porque el rol materno es agotador.

Creo que cuando te vuelves madre te dan un kit que incluye culpa y no poder comer caliente, las madres sentimos culpa por quedarnos en casa y no generar dinero para nuestras crías, nos sentimos culpables por salir, tener una carrera y no estar 24/7 a nuestros mijitos o mijitas, culpables de no ser lo suficiente buenas madres, todo el tiempo, eso no es nuestra culpa, la sociedad señala que somos el pilar de la familia, la creencia general nos señala como las principales dadoras de bienestar, ¿cómo no sentir la presión por todos lados?

La maternidad es la experiencia más ambivalente de todas, me comento una académica estudiosa sobre la maternidad, y yo creo que sí, ese sentimiento de amor inconmensurable, de ganas de cambiar tu vida y ser mejor cada día, nunca lo he sentido por otra persona además de mí hijo,  por otro lado, no hay ser que me consuma energía, demanda, atención, pensamientos y que me haya transformado tanto como él, la experiencia de ser madre me dejo sin identidad propia, soy la mamá de Fernando, antes que cualquier otra cosa, experiencia hermosa, sí, pero también muy desesperante, siento que lucho por tener cosas solo para mí que no lo involucren, no sé si me juzguen por esto pero la neta no me importa.

Ser madre es una transformación para cualquier mujer, aunque no es una experiencia para todas, considero bien importante escuchar/leer/mirar a las madres que tenemos alrededor para tener una perspectiva realista de ellas, no ponerles estándares imposibles de alcanzar ni dándoles estereotipos ofensivos como el de las madres luchonas. Esto no quiere decir que todas las madres sean buenas madres, ni que el instinto maternal exista, simplemente apelo a escuchar a las madres cuidadoras y sus experiencias.

Aquí lo que les deseo a todas las madres este 10 de mayo: que se acabe la culpa, que su entorno les diga “lo estás haciendo bien” y que se dejara de considerar que somos las únicas responsables de la crianza, los padres pueden cuidar igual de bien que las madres, además tienen la misma obligación.

Hasta la próxima entrada atípica, gracias por leer.

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