Esta semana en “Mentes en Diálogo” quiero continuar hablando sobre el tema de diabetes. Por si se perdieron el artículo anterior (vayan a leerlo) les comentaba que además de psicóloga, soy educadora en diabetes certificada, instructora certificada de bomba de insulina, vivo con diabetes tipo 1 y trabajo con personas que tienen esta condición.
Esta semana quiero abordar el tema de la angustia por diabetes.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo, la cual no solo tiene repercusiones físicas, sino también un profundo impacto psicológico. Porque más allá de las complicaciones médicas asociadas con el manejo constante de los niveles de glucosa, las personas enfrentan una carga emocional significativa que puede manifestarse como angustia o distrés psicológico.
El momento del diagnóstico de diabetes puede ser devastador. Para muchos, recibir la noticia de que tendrán que lidiar con una enfermedad crónica de por vida desencadena una cascada de emociones: miedo, incredulidad, tristeza y, a menudo, una profunda sensación de pérdida de control. La diabetes exige un ajuste inmediato y permanente en el estilo de vida, que puede incluir cambios en la dieta, la incorporación de ejercicio físico regular y, en muchos casos, el inicio de un régimen estricto de medicamentos o inyecciones de insulina. Este choque inicial puede ser abrumador y marcar el comienzo de un ciclo de angustia.
El manejo de la diabetes es una tarea constante que requiere una vigilancia continua. Esta rutina puede ser agotadora y, con el tiempo, llevar a un agotamiento, físico, mental y emocional. La responsabilidad de mantener la enfermedad “bajo control” recae en gran medida sobre nosotros mismos, lo que puede generar un estrés significativo y una sensación de aislamiento.
De igual manera el miedo constante a desarrollar complicaciones puede ser una fuente persistente de ansiedad. Además, cada episodio de hipoglucemia (niveles bajos de azúcar en la sangre) o hiperglucemia (niveles altos de azúcar en la sangre) puede provocar episodios agudos de pánico y malestar, reforzando el ciclo de angustia.
La necesidad de inyectarnos o medir la glucosa (azúcar) en público puede hacer que algunos se sientan avergonzados o expuestos, lo que contribuye a un mayor aislamiento social. Esta falta de apoyo social y la percepción de ser juzgados pueden exacerbar los sentimientos de soledad y desesperanza.
La diabetes es más que una enfermedad física; es una condición que puede tener un profundo impacto en la salud mental de los pacientes. Reconocer y abordar la angustia psicológica asociada con esta enfermedad es crucial para proporcionar un cuidado integral y efectivo. Los profesionales de la salud, los pacientes y la sociedad en general deben trabajar juntos para crear un entorno de apoyo que no solo aborde los aspectos médicos, sino que también atienda las necesidades emocionales de quienes la vivimos. Solo así podremos aliviar el peso invisible de esta condición y mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Gina Oropeza
Lic. en Psicóloga, Educadora en Diabetes Certificada, Instructora Certificada de Bomba de Insulina, viviendo con diabetes tipo 1 desde 2011
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