Ayer en la madrugada pasaron dos cosas que, honestamente, nos hablan mucho de las prioridades de este país: la Cámara de Diputados aprobó en lo general, la Reforma al Poder Judicial —ese monstruo de mil cabezas que a decir de muchos amenaza con destrozar lo poco que queda de nuestra ya maltrecha justicia— y, en paralelo, el influencer Adrián Marcelo decidió largarse de «La Casa de los Famosos». Ah, sí, adiós y con Dios, porque parece que su comportamiento machista y violento ya era too much incluso para un programa que vive de los escándalos.
Primero, lo serio: la reforma judicial. Morena y sus compis decidieron que es buena idea que cualquier abogado con un título bajo el brazo pueda ser juez. ¿Qué puede salir mal, verdad? Porque claro, la experiencia es sobrevalorada. ¡Y adiós a la carrera judicial! Ahora, hasta la elección de jueces será un concurso de popularidad. Aplausos. Bravo. No sé si reír o llorar.
Pero claro, mientras tanto, lo que dominaba las tendencias en redes sociales no era esta reforma que podría cambiar nuestra vida social, política y económica para siempre. No, señoritas y señoritos, lo que traía a todos de cabeza era el drama de la tele: que si Adrián Marcelo se va, que si es machista, que si es violento. Y no lo niego, es un tema importante. La televisión es masiva y está normalizando comportamientos violentos y misóginos. Es un reflejo de una cultura que todavía está luchando con el machismo y la violencia de género. Pero, ¿en serio? ¿Eso era lo más importante ayer?
Me lo imagino. Mientras los diputados se gritoneaban en el pleno improvisado para aprobar esta reforma judicial que impactará a todo México, el resto del país estaba más preocupado por saber si en «La Casa de los Famosos» expulsaban o no a este tipo. Porque claro, ver a un personaje de reality ser machista en horario estelar es preocupante (y lo es), pero que te quieran meter una reforma que va a permitir que jueces sean elegidos por tómbola… eso ya da igual. No importa si no viste el programa. La reforma judicial sí te va a tocar, quieras o no.
La verdad, mi visión sobre esta reforma es bastante clara: es un mal paso. No lo digo solo yo, lo dicen escuelas de derecho, jueces y expertos que han dedicado años de su vida a entender cómo funciona la justicia. Esta reforma promete un cambio, sí, pero en la dirección equivocada. Nos va a perjudicar a todos, aunque haya quien piense lo contrario. Pero aquí viene lo más fuerte: mientras un montón de mexicanos y mexicanas están peleando en Twitter sobre quién debería ser el próximo eliminado en «La Casa de los Famosos», la gran mayoría ni siquiera sabe qué implica esta reforma. No tienen ni idea si están a favor o en contra porque, honestamente, ni se han enterado.
Y ojo, no estoy aquí para criticar a quienes ven reality shows. Cada quien tiene derecho a elegir en qué se entretiene. A mí, por ejemplo, La Casa de los Famosos no me causa ni tantita gracia, pero respeto a quienes lo disfrutan (Saludos a Cari y Fer). El problema no es qué programas ves para desconectar de la realidad, el problema es cuando desconectas *por completo* de lo que realmente importa. Porque, querida audiencia, este país no se va a transformar votando en la app de Televisa.
Y no quiero sonar a señora amargada -aunque a veces me sale natural-, pero es hora de que pongamos atención a las cosas que realmente importan. La televisión es entretenimiento, lo ves si quieres, lo apagas si te aburre. Pero la justicia, querida, esa nos afecta a todas. Y esta reforma judicial no es cualquier cosa. Que jueces sean elegidos por voto popular suena «democrático», pero esconde un peligro brutal: eliminamos la meritocracia, dejamos de lado la experiencia y profesionalismo. Y, ojo, que esto no es el casting de un reality. Aquí no se trata de caer bien, se trata de tener personas capacitadas para impartir justicia.
Así que, mientras miles de mexicanos siguen twitteando sobre el último chisme en «La Casa de los Famosos», el verdadero espectáculo está en el Congreso. Y no, no es un show que podamos apagar cuando nos aburra. La reforma judicial es real, es peligrosa y, por desgracia, no tiene botón de “skip ad”.
Así que la próxima vez que estés a punto de meterte a ver el resumen del reality show, piensa un poquito. El verdadero drama no está en la pantalla, está en las decisiones que se están tomando mientras miras hacia otro lado. Ah, y si no te importa, pues tranquila, sigue viendo la tele. Que el juez sin rostro, elegido por una tómbola, estará ahí para cuando necesites justicia. ¿Qué podría salir mal?
Hasta aquí el chisme, lo viral, El tamal con crema… y también con pasas
Por Adriana Colchado @Tamalito_Rosa