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Adriana Colchado

De Amaia a Leire: el injusto camino de ser “la segunda” en La Oreja de Van Gogh

Fue a finales de los 90´s – principios de los 2000, cuando la banda española de pop-rock La Oreja de Van Gogh se reproducía por todas las radios hispanas con temas como “La Playa”, “París” y “Cuídate”; en un principio fue Amaia Montero quien nos sedujo con su voz dulce y esas letras que supieron traducir nuestros dramas adolescentes mejor que cualquier terapeuta. Pero 11 años después, cuando Amaia decidió volar sola, llegó Leire Martínez, y aunque muchos se aferraron a la nostalgia de “la original”, Leire no tuvo nada que envidiarle, sino que le imprimió a la banda un nuevo espíritu, más maduro, más valiente y, si me permiten decirlo, mucho más emocional.

Durante 17 años, Leire luchó contra la sombra alargada de su predecesora y lo hizo con talento, elegancia y una energía brutal; sin embargo, -para mi corazón de fan roto- hoy anunciaron que deja LODVG.

Leire Martínez cargó durante casi dos décadas el peso de ser la que “sustituyó” a Amaia Montero. Y aunque su colaboración en cada álbum fue únicamente su voz, -pues la música y letra son de Pablo Benegas y Xabi San Martín-, en cada canción imprimió emoción (como el desgarrador ‘Jueves’, la emotiva ‘Inmortal’ o la potentísima ‘Cometas por el cielo’) demostrando que no estaba allí por casualidad, aunque la sombra de Amaia siempre estuvo presente. A pesar de eso, Leire no solo no se amedrentó, sino que nos regaló discos inolvidables como El planeta imaginario, donde LODVG abordó temas tan profundos como la violencia doméstica (No vales más que yo), el Alzheimer (Estoy contigo) o la pérdida de un ser querido (Mi pequeño gran valiente), que no habrían sido lo mismo sin la interpretación de Martínez. 

Es increíble cómo, a pesar de haber estado más tiempo al frente de La Oreja de Van Gogh que la misma Amaia, Leire Martínez siempre fue “la nueva”. Como si, por el simple hecho de haber llegado después, su lugar en la historia del pop español estuviera constantemente en duda. Y claro, en un mundo machista que adora encasillar a las mujeres y enfrentarlas entre sí, nunca faltaron las comparaciones.

Aquí es donde quiero reflexionar: el constante menosprecio que enfrentamos las mujeres en cualquier ámbito cuando intentamos abrirnos paso en espacios donde otras ya han dejado su huella. Como si no hubiera espacio para más de una mujer con talento. Si una mujer llega a un lugar destacado, siempre habrá quien diga que no es suficiente, que no es la primera en hacerlo o que su éxito es una especie de casualidad temporal. 

Leire no fue la segunda; fue otra etapa, otra era, otra manera de sentir la música y de hacernos vibrar. Sin embargo, ahora que se va, en lugar de celebrar su legado y todo lo que le aportó a La Oreja de Van Gogh, las redes están llenas de especulaciones sobre el posible regreso de Amaia. Y, como siempre, en medio de esa celebración -que es muy válida- hay una especie de olvido, menosprecio y hasta desaire hacia todo lo que Leire representó para el grupo.

Y ahora como quiero hacerme bolita y sufrir, pondré mis audífonos para escuchar una de mis canciones favoritas de La Oreja, “Doblar y comprender”, con la que lloré mil veces uno de los momentos más tristes de mi vida. 

Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.

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