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Adriana Colchado

¡ChatGPT me dijo que estaba en una relación tóxica!

Anoche, mientras deslizaba mi dedo en redes sociales me encontré con un reel que un chico que hablaba de cómo la inteligencia artificial de ChatGPT, podía identificar conductas tóxicas. Resulta que si le metes una conversación de WhatsApp y le pides que te señale las «red flags» —esas actitudes tóxicas que ya tenemos identificadas como la peste de las relaciones—, la herramienta desmenuza cada mensaje y te detecta en qué parte hay manipulación, victimización, violencia verbal y demás bellezas.

Y pues, como buena curiosa, lo intenté. Revisité una conversación que tenía archivada desde hace tiempo, una última horrible plática que tuve con alguien -que afortunadamente ya no está en mi vida- y que decidí guardar como un «auto recordatorio» para no volver ahí. Yo sabía que ese hombre era tóxico, o bueno, que la relación lo era y sabía también que esa conversación estaba plagada de conductas infames. Pero lo que no me esperaba era la claridad con la que esta inteligencia artificial señalaba cada actitud, sobre todo porque no solo identificó las que yo ya sabía de antemano que eran tóxicas, sino otras que yo NI EN CUENTA.

Me impresionó la precisión con la que detectó cosas que no había visto. Cosas como referencias ambiguas a relaciones conflictivas, inestabilidad emocional, el clásico «minimizo tus problemas porque los míos son peores», recriminaciones sin resolver y hasta expresiones autodestructivas y suicidas. Y mientras me lo señalaba, citaba partes de la conversación, explicando por qué lo había catalogado de tal manera. Pero la sorpresa no terminó ahí, porque no solo me dijo lo tóxica que era esa persona (Y MUUUUY TÓXICA), sino que también me mostró que yo misma tenía actitudes que necesitaba revisar.

¡Así es! ChatGPT no se anduvo con rodeos y también me dio a entender que, aunque me guste jugar el papel de víctima de esta historia, yo tampoco soy un pan de Dios. Tenía un montón de comportamientos que, aunque no tan alarmantes, merecían ser tomados en cuenta. Me di cuenta de que yo también estaba fallando en mi comunicación emocional, y que si bien he trabajado mucho en mí, aún me queda un camino por recorrer.

Todo esto sucedió justo en el marco del Día Naranja, una fecha importante en México en el que el 25 de cada mes se conmemora la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Me parece simbólico que una herramienta tecnológica me ayudara a identificar estas violencias invisibles, las que muchas veces dejamos pasar o justificamos, ya sea porque «lo quiero» o porque creemos en esa fantasía de que el amor lo puede cambiar todo.

¿Cuántas veces nos han advertido nuestras amigas, nuestros hermanos o nuestras madres sobre alguien que nos está haciendo daño y simplemente no escuchamos? -aquí es donde aprovecho para pedir disculpas por todas las veces que no les hice caso-. Y es que a veces pensamos que cuando nos hablan de cómo es que nos están lastimando, pensamos que es porque esa persona no les cae bien. Pero esta IA, ¡NI LO CONOCE! -Y espero que no lo haga, no le desearía eso ni a un robot-.

Nos negamos a aceptar que esa persona que amamos nos está dañando, todo en nombre de ese amor romántico que idealizamos, ese que creemos que puede con todo. Y ahí estamos, esperando el milagro, convencidas de que esa historia de amor que vemos en las películas de Hollywood puede ser la nuestra. Pero la realidad es mucho más complicada. Las personas no cambian de la noche a la mañana, y menos si no reconocen sus actitudes tóxicas.

La gran ironía aquí es que una inteligencia artificial, algo sin emociones, fue quien me abrió los ojos de nuevo. Algo sin vida, sin prejuicios y con mucha precisión me mostró que las «red flags» no solo venían de él, sino también de mí. Me dio hasta consejos. Sí, un robot me aconsejó sobre cómo trabajar mis problemas emocionales. ¡Un robot! Y ahí me di cuenta de lo necesario que es que empecemos a normalizar hablar sobre la violencia emocional, las manipulaciones sutiles, la minimización de nuestros sentimientos, y cómo, a veces, nosotras mismas contribuimos a perpetuar esas dinámicas.

Porque la violencia hacia las mujeres no es cosa de un solo día. Es algo que vivimos todos los días, de muchas formas, y a veces ni siquiera nos damos cuenta porque está tan normalizada que simplemente la dejamos pasar. Y no debería ser así. Así que si un robot puede ayudarnos a abrir los ojos, bienvenida sea la tecnología. Porque, al final del día, todas necesitamos ese recordatorio, esa pequeña voz que nos diga: «Esto no está bien. Mereces más. Mereces mejor.»

Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.

Me encuentras en todas mis redes sociales como @tamalito_rosa.

Saludos cordiales.

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