Hace apenas un par de años, Jennifer Lopez nos regaló un show mediático de amor que muchos creímos sacado de una película de Hollywood. Después de décadas de ser el blanco de críticas, chismes y especulaciones sobre su vida amorosa, J.Lo volvió con su «amor frustrado», Ben Affleck. Nos encantó la idea de que, a pesar de todo, el amor verdadero podía triunfar. Sin embargo, la historia de cuento de hadas duró menos de lo esperado, y la pareja ya está en vías divorció.
Después de haber lanzado una película -un poco rara, pero visualmente espectacular- para precisamente hablar de lo traumático que fue ser criticada por sus amores fallidos, y luego también de haber lanzado una canción para celebrar su amor renacido, la realidad la golpea duro: el amor no siempre es suficiente. Y, por supuesto, este quinto matrimonio fallido de la cantante y actriz es una noticia que ha sido reportada con todos los detalles jugosos por medios como TMZ y PEOPLE.
Pero, más allá de los titulares y el morbo mediático, lo que realmente resuena en este escenario es la realidad que enfrentan las mujeres cuando deciden tomar este paso. Porque, más allá del glamour y las luces de Hollywood, el divorcio en cualquier pareja, en el fondo, es una experiencia increíblemente humana, cruda y muchas veces cruel.
Ahora imagínense a una mujer que defendió y presumió ese amor frente a la opinión pública,-cual Jenny Rivera, culpable o inocente- ósea, esa mujer LE HIZO UNA PELÍCULA!
Por eso, antes de sumarnos a la avalancha de comentarios negativos, detengámonos un momento a reflexionar. Sin pretender explicar el por qué de su divorcio, -claro, porque podemos especular pero al final solo saben ellos- me atrevo a decir que el único error de Jennifer Lopez es creer ciegamente en la construcción social del amor.
Pero también es una mujer que, al final del día, no se queda en una relación donde no es feliz. ¿No deberíamos aplaudir eso? Es cierto, se podría argumentar que quizás debería haber tenido esas conversaciones difíciles antes de casarse de nuevo (aunque no nos conste que no las tuvo). ¿Qué esperas de mí? ¿Qué esperas de nuestra vida juntos? ¿Cuáles son tus metas y aspiraciones? Y si las tuvo o no, realmente no importa, digo ¿quién de nosotr@s no ha sido romántic@ alguna vez? ¿Quién no se ha dejado llevar por una ilusión? ¿Quién no ha idealizado una historia de amor?
Una separación, en el mejor de los casos, no es como el final feliz de una película romántica. Es un proceso doloroso y solitario, en el que se enfrenta tanto el dolor emocional como la mirada crítica de la sociedad. En el caso de J.Lo, además, se suma el hecho de que ha optado por representarse a sí misma en la corte, una muestra más de su determinación y fuerza. Sin embargo, esto solo añade otra capa a la presión social que ya es inmensa.
Defender un amor y luego enfrentar su fracaso puede ser devastador. La sociedad nos enseña a las mujeres a idealizar las relaciones, a celebrar los finales felices, pero rara vez se habla del duelo que sigue a una separación.
Lo que deberíamos rescatar de esta historia es que Jennifer Lopez, a pesar de saber que su separación solo reafirmará los estigmas que la sociedad le ha impuesto, sigue adelante. ¿Cuántas mujeres conocemos que se quedan en relaciones que ya no les aportan nada por miedo al «qué dirán»? te apuesto a ti que me estás leyendo, que por lo menos conoces a una. Sin embargo, J.Lo, sabiendo todo lo que se venía encima, decidió divorciarse. Y eso, amigas, es de valientes.
Hasta que el chisme lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.
