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Adriana Colchado

Ana Gabriela se harta de los comentarios misóginos y manda a los «tuiteros» alch

Se le acabó la paciencia a Ana Gabriela Guevara, la ex velocista olímpica y actual titular de la CONADE, quien tras una larga racha de ataques «tuiteros», se olvidó del lenguaje cuadrado, aburrido y neutral de los políticos y mandó a la muchedumbre digital alch. Pues la mujer no recibió meras críticas constructivas sobre su gestión—que ciertamente deja mucho que desear—sino comentarios sexistas y misóginos que, honestamente, no solo la tienen harta a ella.

Resulta que para la opinión pública, cualquier pretexto es bueno para opinar de la manera más vil y misógina posible. ¿Qué si viaja en primera clase? Ahí va un comentario sobre su apariencia. ¿Qué si no apoyó a los atletas? Otra vez, a criticar su imagen. ¿Que si cena en París con otra mujer? Nuevamente hablemos de su imagen y de su sexualidad.

La realidad es que, como funcionaria, Ana Gabriela Guevara ha alimentado la frustración de quienes esperaban más de alguien que, en teoría, conoce las necesidades del deporte en México. Pero una cosa es señalar sus errores y otra muy distinta es atacarla de manera tan personal y mezquina. Es casi como si los logros de su carrera deportiva—sí, esos que alguna vez nos llenaron de orgullo—se esfumaran en el momento en que se convirtió en funcionaria pública.

En su más reciente arrebato, Ana Gabriela decidió poner un alto. Y, la verdad, qué bueno. «Todo lo que gano me lo trago, me lo unto y me lo visto como me da mi chingada gana», dijo en conferencia de prensa, defendiendo su derecho a gastar su dinero como mejor le plazca. ¿Y saben qué? Tiene razón. El problema no es cómo gasta su dinero,porque además aclaró que sus «lujos» salen de su sueldo y no del presupuesto de CONADE (hasta retó a la ciudadanía a comprobarlo en el portal de transparencia). El problema real es que, como mujer, tiene que justificar hasta cómo respira porque, de lo contrario, los ataques misóginos no se hacen esperar, pues se olvida que, -ya sea «buena o mala»-, trabaja y percibe un sueldo.

El escrutinio que enfrenta no es sólo por su desempeño, sino por su simple condición de ser mujer en un mundo que, aparentemente, no está listo para ver a una mujer que no cumple con los ridículos estpanadres de belleza, sin recibir una dosis de odio gratuito. No la estoy defendiendo, pero tampoco voy a quedarme callada cuando veo que el enfoque de la crítica es absolutamente desproporcionado y basado en estereotipos de género.

Y aunque sí creo que en algún lado perdió su «espíritu deportivo», no tenemos que aguantar que la ataquen por cosas que nada tienen que ver con su capacidad para dirigir la CONADE.

Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas. Por Adriana Colchado @Tamalito_Rosa

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