El 19 de septiembre no es una fecha cualquiera en México. En 1985, un terremoto de 8.1 grados de magnitud y, en 2017, un sismo de 7.1 sacudieron la Ciudad de México y sus alrededores. La mayor catástrofe ocurrió en nuestra capital, la zona de Tlatelolco destruida, la caída de varios edificios y el colapso del colegio Rebsamen. Cientos de familias quedaron sin hogar, y la cuenta de vidas perdidas en esos eventos aún me ponen la piel chinita de sólo ver las devastadoras fotos.
Envuelta en la tragedia y las pérdidas humanas del 19 de septiembre de 2017, un acto de nobleza brilló con fuerza durante la labor de rescate y búsqueda de víctimas: la Unidad Canina de la Marina Mexicana. Estos valientes peludos se convirtieron en una de las noticias más virales del momento, y las imágenes de ellos arriesgándose una y otra vez para salvar a personas atrapadas entre los escombros dieron la vuelta al mundo. Esta unidad tenía la misión de localizar al mayor número posible de sobrevivientes y, posteriormente, recuperar los cuerpos de quienes habían perecido en el desastre. Además, algunos de estos perritos ayudaban a niños y adultos a superar crisis de ansiedad y estrés postraumático.
Frida, Ecko, Chichí, Eska, Eros, Evil y Proteo, junto a los novatos Acertijo, Nahual, Athos, Geri y Tango, fueron los perros héroes que trabajaron día y noche para rescatar a los mexicanos atrapados entre escombros y estructuras débiles. Detectaron fugas de gas y, sin duda, evitaron que la tragedia fuera aún mayor. Estos canhéroes no solo actuaron durante el sismo del 19 de septiembre; dedicaron su vida entera al rescate. Estos nobles profesionales del rescate no dudaron en ayudar en cada lugar que pisaban con sus patitas.
Este 2024 recordamos a los valientes Frida, Proteo, Athos, Tango y Chichí, quienes ya se encuentran en el cielo, pero han dejado un gran legado de servicio, empatía, compasión y amor por la humanidad. Arkadas y Maya son dos nuevos integrantes de la Unidad Canina de la Marina Mexicana, en servicio desde el año pasado. Sin duda, dejarán una gran huella, al igual que sus antecesores, y llevarán el nombre de México en alto donde sea que se les necesite.
La historia de lo sucedido el 19 de septiembre de 2017 me deja una profunda reflexión sobre lo que los animales están dispuestos a dar para demostrar su amor. Aunque es evidente que estos perritos pasaron por un riguroso adiestramiento para lograr sus impresionantes rescates, su nobleza es un factor clave para que el entrenamiento tenga éxito. Estos peludos aprenden a agudizar aún más sus sentidos con el único propósito de ayudar. ¿Por qué los humanos no podemos devolverles ese amor siempre? Por un lado, sé que hay miles de personas alrededor del mundo agradecidas con estos perritos, pero, por otro lado, nos enfrentamos a una sociedad que a menudo permite el maltrato, el abuso y la violencia, no solo contra perros, sino también contra cualquier animalito.
Hoy, 19 de septiembre de 2024, quiero utilizar este espacio como una invitación a no quitar el dedo del renglón en el tema del bienestar animal. Honremos la memoria de estos peludos rescatistas y devolvamos a todos los animalitos el cuidado y nobleza que ellos brindaron con sus patitas llenas a nuestro pueblo mexicano. Porque, como diría mi perro si pudiera hablar: «A otro perro con ese hueso», si no estamos dispuestos a ser recíprocos con el amor que ellos nos dan interminablemente.
