La reciente quiebra de Tupperware Brands Corp, una empresa que ha sido sinónimo de recipientes de almacenamiento durante más de 80 años, marca el fin de una era para muchos. Con una deuda de 700 millones de dólares, la compañía estadounidense, fundada en 1944, ha llegado a ser una de las marcas más reconocidas en el mundo, con productos que han llegado a más de 100 países. Sin embargo, en México y en muchas casas alrededor del mundo, su significado va más allá de simples recipientes de plástico y vidrio; son parte de nuestras memorias familiares y cotidianas.
Para muchos, un tupper no es solo un recipiente, sino un símbolo de organización y cariño. «Mi mamá se va a enojar si no le devuelvo su tupper» es una frase que resuena en muchos hogares mexicanos, reflejando no solo la importancia de la economía del hogar, sino también el valor sentimental que se le da a estos utensilios. Cada tupper lleva consigo historias de comidas familiares, almuerzos llevados a la escuela y ese famoso «para llevar» que todos conocemos.
La popularidad de los productos Tupperware se debe en gran parte a su diseño funcional y durabilidad. Han sido compañeros inseparables en la cocina, facilitando el almacenamiento de alimentos y la preparación de platillos. No hay hogar que no cuente con al menos un par de esos recipientes que han resistido el paso del tiempo y el uso constante. La versatilidad de estos productos ha permitido que generaciones enteras de mexicanos compartan recetas y tradiciones, haciendo del tupper un objeto cargado de significado.
A medida que el mundo avanza hacia nuevas tendencias de consumo y sostenibilidad, Tupperware ha enfrentado retos significativos. Sin embargo, el impacto de su marca en la vida cotidiana no puede subestimarse. La imagen del clásico tupper en la nevera, llenándose con las sobras de una cena familiar, es un recordatorio de la economía doméstica y de los momentos compartidos.
Aunque la noticia de su quiebra es desalentadora, los recuerdos y las tradiciones que los productos de Tupperware han ayudado a crear seguirán vivos en cada cocina mexicana. La nostalgia por esos días en que mamá organizaba el almuerzo familiar en sus coloridos recipientes persiste, y, sin duda, la próxima vez que alguien escuche la frase «mi mamá se va a enojar si no le devuelvo su tupper», sabrá que detrás de cada tupper hay un legado de amor y funcionalidad que trasciende el tiempo.