Un potente terremoto de magnitud 7,7 sacudió Myanmar, con epicentro en el noroeste del país, cerca de la ciudad de Mandalay. El sismo, ocurrido a poca profundidad, fue seguido de una réplica de 6,4, causando una gran devastación. Hasta el momento, se reportan al menos 144 muertos y más de 730 heridos, aunque se teme que el número de víctimas aumente a medida que avanzan las labores de rescate.
El terremoto se sintió con fuerza en la capital económica del país, Yangón, y desató el pánico en Bangkok, Tailandia, donde el colapso de un edificio en construcción dejó al menos nueve muertos y más de 100 personas atrapadas bajo los escombros. La sacudida también alcanzó la provincia china de Yunnan, aunque sin reportes de daños graves.
Las autoridades birmanas han solicitado ayuda internacional ante la magnitud de la tragedia. Mientras los equipos de emergencia trabajan contrarreloj para rescatar a los atrapados, hospitales como el de Mandalay están desbordados por la cantidad de heridos.
Este terremoto, uno de los más fuertes registrados en la región en los últimos años, ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las infraestructuras locales y la necesidad de una respuesta rápida para asistir a los afectados.